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MEmoria

2014

Procesos de sanación que resultan de luchas liberadas desde las más profundas entrañas del individuo quedan representados en la exhibición MEmoria de la artista contemporánea puertorriqueña Odalis Gómez Báez. La muestra propone una introspección que recorre el tracto visceral para desembocar en animadas e intangibles emociones del ser. Cada pieza construye un lenguaje anclado en la memoria, el duelo y la melancolía. La artista presenta a cada órgano como una isla solitaria que lucha contra su propia carga emocional generada por la memoria. El arte aquí, más que nada, navega procesos de sanación–biológicos y espirituales–en donde un nuevo discurso del yo (ME) desencadena en la conquista del ser. La culminación de dichos procesos no ocurre sin antes atravesar un sacudimiento que resultará en un doloroso empobrecimiento del yo (moria) y constituye la catarsis de la exhibición.

 

En su escrito sobre el duelo y la melancolía, Sigmund Freud (1917) establece el duelo como una serie de desviaciones de la conducta “normal” ante la pérdida del “objeto amado” o abstracción (libertad, patria, ideal, etc.). Con mucho más detenimiento elabora sobre la melancolía, siendo este último un proceso más complejo. Su complejidad radica en la dicotomía que atraviesa al sujeto al reconocer que ha perdido algo, pero no el objeto que ha perdido en sí mismo. De acuerdo a Freud, el proceso del duelo responde estrictamente a la pérdida del objeto, mientras que la melancolía presenta una dualidad del yo: Un discurso del yo  dividido en dos partes, una enfrentando a la otra, colocándolo bajo el lente más crítico de su apreciación.  

 

Sobre la misma dualidad dialogan las piezas expuestas en MEmoria, imágenes que sugieren una ruptura en la memoria corporal y presentan aflicciones incorpóreas que culminan en el desgaste del yo. La pieza Peleando por respirar (2014) personifica los guantes de boxeo como pulmones que sostienen el sistema respiratorio. Los órganos quedan enmarcados en el contexto del cuadrilátero, permaneciendo alertas ante la amenaza del golpe. Su capacidad de pelear para respirar no solo depende de sí, sino que también de la agilidad física y la comunicación con el órgano cerebral. Las partes funcionan aquí con la sincronía de un reloj, donde los componentes interconectados entre sí dependen mutuamente para su adecuado funcionamiento.

 

El cuerpo yace como espejo de las emociones que perturban el alma. Los procesos de sanación quedan alojados en la memoria como un aglomerado de emociones encarnadas, listas para ser reabiertas, para ser recordadas. Para respirar en momentos de ahogo habrá que pelear contra los golpes que afligen al ser, sin nunca más bajar la guardia.

 

El trabajo de la artista supera la inefabilidad del lenguaje, abarcando sensaciones casi imposibles de expresar con la palabra, con poderosas imágenes que invitan a una experiencia fenomenológica.  

 

Hazel Colón

Gestora cultural

 

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